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Es muy común relacionar la perversión con la vida sexual.

Sin embargo, no es solo una nomenclatura. Es un deseo, tener sueños, objetivos, querer conseguir metas, pero todo requiere un esfuerzo, una apuesta. Generalmente no puede ser YA!

Vivimos en una sociedad que pretende lo inmediato, el placer al alcance del consumidor y YA!

El discurso social te empuja a quererlo TODO, un ser «todista» como lo exige la publicidad. Todo es frívolo, rápido consumo, se digiere y se deshecha casi antes de experimentar. Por supuesto, deseable en ausencia, o mar lo que falta, lo que no tengo, pero el deseo requiere un recorrido y un pago a cambio de lo que voy a conseguir. Lo que se conoce como la falta de ese tiempo, este recorrido, el pago, es algo que no tiene nada que ver con el cambio. No es esta forma de perversión como la que nos cuenta la psicopatología de un comportamiento sexual dirigido, aquí lo que nos habla de transgresión de La Ley.

Una ley no escrita que dice TODO NO PUEDE SER, para satisfacer un deseo hay que trabajar en pos de ello.

Un paradigma de lo reseñado lo vemos en las adicciones (alcohol, juego, drogas, nuevas tecnologías, etc.) en la relación que el sujeto tiene con ellas.

Muchos jóvenes salen buscando el placer inmediato en el «botellón», en las drogas. Hay que estar «colocado» tener el «subidón» llegar al éxtasis (nunca mejor dicho) rápidamente. Beber, beber, beber y ponerse «pedo» sin perder el tiempo, parece que es entonces cuando comienza lo bueno. Consumir hasta «colocarse», salir de la realidad lo antes posible, el placer debe ser instantáneo para que marche a la velocidad de estos tiempos.

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