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Una de las heridas más profundas y dolorosas al narcisismo de la humanidad es el descubrimiento del inconsciente por parte de Sigmund Freud. Nacido en una ciudad, en dos imperios, en dos países y siendo hijo del «pueblo elegido», a Freud no le quedó más que ser un genio. Un siglo después sigue siendolo. Su obra incontestable y la escuela de pensamiento a la que él dio origen, enriquecida y continuada por grandes nombres, que alcanzan la cota más alta en la brillante obra de Jacques Lacan,nos muestra que la herramienta que Freud diseñó para de-velar la verdad del sujeto, el soporte teórico que la sustenta y la práctica que la desarrolla, son más necesarias aún, que entonces.

Todos tenemos un camino, pero no está predestinado, es el que a cada paso vamos recorriendo, y escribiendo con esos pasos. El mío hace más de treinta años me llevó al psicoanálisis. Me puso a la vera de un río que fluye sin cesar desde aquellos tiempos, que me ha enseñado a pensar, a cuestionarme, a dudar de mi, a dudar de los otros, a dudar del Otro, a no estar seguro de nada porque no hay nada de lo que estar seguro, que me ha enseñado la humildad del que nada tiene porque nada es, que no sea siendo. Me marcó con un saber que sólo sabe, que la puerta hacia el conocimiento se abre con la llave del no saber, en ausencia de certeza y azotada por el viento del deseo…. ese que nunca ve satisfecho su soplar.

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