+34 670888678 [email protected]

Poco a poco en el proceso de su evolución, en lo que llamamos la hominización, el hombre actual ha ido perdiendo sus instintos. Cada vez menos dependiente de ellos y más libre para elegir y determinar sus actos en la medida que su cerebro ha ido aumentando, plegándose y volviéndose más complejo y lo que es más importante dando origen a una conciencia.  Algunos de estos instintos han sido más resistentes que otros, como por ejemplo es el caso del instinto de supervivencia. Aún así, hay personas que logran vulnerarlo para llegar al suicidio.

Al enterarme que cada 10/9, y desde el año 2003, se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, patrocinado por las Naciones Unidas, me encontré con una serie de datos escalofriantes sobre el tema. Por ejemplo; habiendo infinitas formas de morir, desde las guerras a los accidentes, desde la enfermedad al envejecimiento, a la pobreza, las consecuencias del clima, la genética….. el suicidio es la décima causa de muerte en el mundo. Inclusive en España donde la incidencia es menor que en otros países europeos, deciden no seguir viviendo unas diez personas diariamente. En 2014 se quitaron la vida unos 4.000 sujetos, un 20% más que en 2007. Según las estadísticas a la cabeza de las causas aparecen los trastornos psíquicos, los desequilibrios mentales. En segundo lugar las crisis de pareja y sólo en tercer puesto aparecen los problemas económicos seguidos por los de orden físico.

Podría pensarse que estamos más preparados para afrontar las dolencias del cuerpo si mantenemos la mente sana. Y estaremos en lo correcto. En cambio una anatomía que funciona bien si no la acompaña un pensamiento claro, un firme deseo de vivir, una voluntad llamada deseo que sea su motor, no parece ser suficiente, en muchos casos, para preservar la vida.

El suicidio nunca tiene una única causa, no viene de una sola cosa, siempre hay señales, no es un hecho aislado, forma parte de una estructura de personalidad, se produce en un contexto familiar, laboral, de pareja. No es algo casual. Es verdad que las grandes entidades psicopatológicas como la esquizofrenia, otras formas de psicosis con gran capacidad para pasar a los actos (como la bipolaridad), el trastorno límite de personalidad (TPL) o la depresión mayor, se llevan la palma en cuanto a dar cabida a las ideas suicidas,  sin embargo entre un 13 y un 40% de los casos no cumplen con los parámetros de una depresión mayor, por lo tanto. no podemos fiarnos de nada.

Por eso hoy más que nunca, en el día de la prevención, debo insistir en ello, en prevenir. Cualquier comportamiento continuado que se sale de lo habitual, una caída de las ganas, del entusiasmo, de la ilusión, tener conocimiento de que el sujeto cambia de humor, de hábitos alimenticios, sufre de insomnio, se muestra retraído o indiferente, sobre en todo en aquellos casos en los que no hay diagnóstico o antecedentes (suelen intentarlo más de una vez).  Se habla incluso de un «suicidio racional» donde el sujeto mostrándose muy lúcido, no desea continuar viviendo.

Ante la duda lo mejor es buscar ayuda profesional, siempre se ha dicho que es mejor prevenir que curar, sobre todo lo irreparable.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies