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Alguien insignificante y a quien solo logro recordar por ese desafortunado episodio, me llamó (allá por el año 2007) «chamán»,  desde su ignorancia supina y a manera de insulto!

«La rama dorada» de George Frazer me deslumbró en la universidad y se convirtió en uno de esos libros a los que me gusta retornar siempre que puedo, entre otras cosas para recordar de donde venimos.  Allí hay mucho sobre magia, hechiceros y chamanes, pero no se encuentran palabras peyorativas o acusatorias sino de respeto, hacia una etapa fundamental del pensamiento de la humanidad y de la cultura de los pueblos primitivos.

El termino chamán procede de la lengua de los evenki, un pueblo de pastores de renos del este de Siberia y se refiere a sus mediums (saman), para algunos deriva de la raíz verbal indoeuropea sa que significa «saber», algo que está en la búsqueda del psicoanálisis pero del cual no se erige en Amo, ni en base al cual crea un Discurso.

Muchos autores consideran que en tanto el chamanismo procura la comunicación con el mundo de los espíritus, constituye la primera religión de la humanidad.  El chamán es entonces una especie de medium que interactúa con el mundo de los espíritus en búsqueda del bien para su comunidad (algo de lo que deberían aprender mucho de aquellos que ostentan cargos públicos en la actualidad).  Se entrega a prácticas sociales como la adivinación, en especial en relación con la caza, ritos de curación y a la protección del grupo frente a la influencia de espíritus maléficos, (Mircea Eliade,  «El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis»). El chamán existe entre dos mundos, el ordinario, el de la vida diaria y el mundo oculto de los espíritus, al que suele entrar bajo un estado de trance. Dichos estados alterados de conciencia son alcanzados en muchas culturas mediante el consumo de sustancias psicotrópicas,  por medio de plantas u hongos alucinógenos como el cactus del peyote, la ayahuasca o yagé, la amanita muscaria, en  otros casos  son inductores del trance los estados de privasión sensorial, del sueño, el aislamiento, el ayuno, las danzas rituales etc. Pero casi siempre y mucho más extendido que el uso de sustancias alucinógenas están presentes el uso del tambor y el rítmo, la percusión y los movimientos acompasados e hipnóticos. La relación del chamanismo, para nada exclusiva, con los estados alterados de conciencia, a llevado a autores recientes a interpretar las pinturas rupestres de Siberia, Europa y sur de Africa como producto de estos actos y trances chamánicos en el Paleolítico Superior. Figuras antropomórficas, imágenes esquemáticas o retratos de figuras enmascaradas como el famoso «brujo» de la Cueva de Trois Frères en los Pirineos, son ejemplo de ello. Paradójicamente, el chamán, dando una explicación lógica y natural a grafismos que en algunos casos fueron interpretados como seres provenientes del espacio o simplemente sobrenaturales.

Mientras el chamán trata de comunicar con los espíritus para ayudar a los vivos y se vale de rituales, plantas o música y danzas ritmicas, Freud comenzó usando la hipnósis para tratar de llegar a los traumas escondidos en el subconciente del enfermo y fruto de sus descubrimientos en la práctica de la clínica psicoanalítica, nos legó hoy en día lo que conocemos como el «método de la asociación libre», el cual consiste basicamente en que el sujeto en análisis comunique cada idea, pensamiento, cada palabra que venga a su mente sin ningún tipo de represión o censura previa dejando que todo lo que se le ocurra fluya libremente y se haga conciente. Y como en el caso del chamán lo mueve el deseo de encontrar la verdadera explicación las causas del sufrimiento, para así poder corregirlo y ayudar al analizando a llevar una existencia mejor.

Además hay una coincidencia generalizada entre los antropólogos en cuanto a que el chamán convive en dos mundos, o sale de uno para entrar en el otro y viceversa. Por un lado está el mundo ordinario el de la vida diaria y por otro el mundo oculto, el de los espíritus. El chamán entra en este con la finalidad de conocer y entender los mensajes de esos espíritus y dominarlos, poniéndolos al servicio de la persona afectada por ellos o de la tribu en general. En este sentido la vida humana tal como hoy la conocemos también se debate en dos territorios, la conciencia y  el inconsiente, en una realidad  exterior compartida parcialmente con los demás y una realidad interna que solo pertenece al individuo.

El psicoanálisis es la búsqueda de hacer consciente la verdad inconsiente que determina y gobierna a un sujeto. Al igual que el chamán, el analista acompaña al paciente en un recorrido por ese mundo interior que es la parte inconsiente de su mente, con la finalidad de sacar sus contenidos a la luz y que el sujeto pueda cambiarlos, transformarlos positivamente, que dejen de ser traumáticos, de hacerle sufrir, de ser fuente de sus síntomas y en ciertos casos, simplemente de aceptarlos.

Suele plantearse también la pregunta de si el chamanismo constituye una religión en el sentido de un fenómeno social organizado. La mayoría de los estudiosos sostienen que no,  aunque muchos coinciden en describirlo como una cosmovisión o ideología, así como el psicoanálisis es una forma de interpretar y dar respuesta a la realidad psíquica.

Esta pequeña reflexión sobre algunos puntos de encuentro entre el chamanismo tal como lo entiende la moderna antropología y el psicoanálisis (a mi modesto modo de ver), que surgiera de un fallido intento de agravio al llamarme «chamán», no debe ser interpretada más que como algunos apuntes sobre una extensa materia, que ni domino ni pretendo y que requeriría un espacio de discusión, donde este foro  solo puede mostrar sus limitaciones.

Finalmente una última cuestión, los chamanes deben poseer a los espíritus para lograr su colaboración o al menos ejercer una mediación que convenga a los interéses de todos y aún, también será un mediador (medium) si el objetivo es trasmitir el mensaje espiritual o el ruego dirigido a este ser superior o ultramundano. Para lograrlo es frecuente que en las danzas y rituales chamánicos, en los estados alterados de conciencia, en el trance, el o los espíritus entre en el cuerpo del chamán y hablen a él o por medio de él, poseyéndolo también a su vez. La mediación de los espíritus simplemente significa comunicación con aquello que una comunidad entiende como entidades espirituales. Teniendo esto en cuenta es conveniente resaltar que el chamán o medium más famoso de la historia es sin duda Jesús de Nazaret, aunque muchos cristianos e incluso antropólogos cristianos, sean reacios a aceptarlo. Según el Nuevo Testamento, Jesús tuvo experiencias visionarias múltiples (del demonio,de Dios, del Arcangel Gabriel), se creía a si mismo poseído por Dios Padre y hablar en su nombre y con sus palabras e interpretaba la enfermedad y la desgracia como producidas por «espíritus impuros». Está lleno del  Espíritu Santo y hay numerosos ejemplos en La Biblia de Jesús expulsando espíritus malignos, exorcisando, sanando y hasta resucitando.

Sin entrar a valorar la potencia de Jesús para llevar a cabo tales actos ni siquiera juzgar o considerar su veracidad, sírvanme sólo para plantear la legitimidad de un profesional de la psicología, convenientemente capacitado y acreditado, para intentar a la manera de un chamán o de Jesús mismo, ayudar a otros a resolver sus padeceres y conjurar sus demonios interiores.

Lectura recomendada: «Religión y Antropología» de Brian Morris (Akal Universitaria, 2009)

 

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