Enfermedades para clasificaciones o clasificaciones para usuarios?
DSM y CIE son dos sistemas de clasificación diagnóstica.
El primero es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (DSM) y la segunda sigla corresponde a la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE), de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Durante décadas han sido la referencia a la que acudir a informarse en cuanto a lo que ha salud mental se refiriere. Han explicado enfermedades, trastornos y síndromes, sus causas, el desarrollo patológico y la terapéutica recomendable en cada caso. Ambos sistemas parten de un modelo de salud/enfermedad que en los últimos años se ha puesto seriamente en duda.
Dónde radican los problemas?
Estos comienzan cuando vemos que los sistemas de clasificación DSM y CIE igualan los trastornos mentales de diversa índole con problemas o trastornos del cerebro, olvidando incluir en la ecuación explicativa, ese entramado imposible de desentrañar en su esencia que llamamos la mente humana. Para empezar, limitaría toda sus explicaciones a un desequilibrio entre neurotransmisores, alteraciones o malformaciones genéticas y defectos o desviaciones de procesos normales.
En segundo lugar no toma en cuenta la singularidad inconsciente de cada sujeto ni las circunstancias vitales, sociales y afectivas de cada caso
Con la excepción de las demencias, la ciencia no ha encontrado aún nada que pruebe de forma clara y sin dudas, lo biológico, lo anatómico, lo que se puede medir, pesar o radiografiar, como causante y origen de los problemas psíquicos que estas clasificaciones pretenden explicar. Más bien la tendencia subyacente parece ser una marcada disposición de influir hacia el tratamiento farmacológico por encima de la psicoterapia. Pienso como muchos profesionales de la salud, que estos sistemas no son adecuados para explicar el sufrimiento psíquico. Incluso los propios psiquiatras encargados de la redacción y actualización de estos modelos aceptan que están formados por categorías que no son científicas. La agencia norteamericana que más aporta en todo el mundo a la investigación, en salud mental (National Institute of Mental Health, EEUU), se ha desvinculado del DSM y el CIE por su falta de fundamentación científica).
Algo está cambiando
Profesionales, expertos sanitarios, organizaciones y pacientes de todo el mundo vienen hace tiempo pidiendo un cambio. En el Reino Unido, la Asociación Británica de Psicología, se ha puesto a la cabeza de esta cruzada, emitió un comunicado manifestando su oposición no solo a la validez de estos sistemas de clasificación, sino también a la aplicación de estos modelos biomédicos para la comprensión de los trastornos mentales. Ellos sostienen que «el sufrimiento humano es el resultado de una compleja combinación de factores psicológicos y sociales».
El discurso de la ciencia siempre ha pretendido hacer encajar las enfermedades en compartimentos estancos, cada cosa en su casilla, con el nombre adecuado, aunque este no nombre nada como por ejemplo «síndrome del espectro autista» o «trastorno de comportamiento» (nombres que no nombran más que la impotencia del discurso de la ciencia para explicar lo que no sabe). La ecuación veladamente propuesta es:
1. Existe la industria farmacéutica, auténticos lobbies de poder que investigan en aquello que les interesa en pos de resultados económicos.
2. Las enfermedades deben dar razón a los fármacos (para vender).
3. Los enfermos deben encajar en las enfermedades. Más allá de sus particularidades deben correspondencia a alguna de las categorías prefijadas.
4. Entonces es necesaria una clasificación rígida aunque carente de rigor científico y plagada de arbitrariedades, a las que todo debe adaptarse, incluso las personas.
Empezar la casa por el tejado…