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Me muero y no de risa que al menos sería una muerte alegre.
Me muero de hastío, de ruina, de cansancio,
de aburrimiento, de pena y de letargo.
De historias resabidas.
De monotonía repetida
hasta el hartazgo.

Me muero por momentos y me muero todo el día.
Me muero de noche, cuando hablo, si respiro,
si me callo, si deliro acunado en desatinos.
De impotencia, de idiotez, de insensato ir y venir,
de miedo, de verguenza, de miseria, de rutina.

Me muero ante mis propios ojos.
Me muero entre mis manos.
De una muerte que me advierte y se insinúa,
como fruta jugosa excitante y colorida,
me convoca, me hipnotiza, me subyuga.

Me muero en navidad, y el día de antes, y el que sigue.
Me muero sin sentido, sin criterio, sin medida.
De una muerte en bata, de “entrecasa”, suplente,
ni siquiera de una muerte titular.
Está de vacaciones justo cuando muero.

Me muero de una muerte oxidada, roñosa, mesquina.
Me muero sin importar a nadie, ni a mi muerte,
que tenía otra cita….
…con prisa gira en la esquina
y yo me muero solo y solo muero.

Y qué puedo esperar de una muerte de “rioba”,
que no tiene carnet que la autorice,
documentos, credenciales que enseñar?
Me muero de límites y archivos, de papeles marrones.
Me muero de una muerte a rayas,
de presidio, de hospital, de dársena,
una muerte por la espalda, con olor a humedad,
sin gloria, sin pena, sin hacer ruido.
Me muero a lo ancho y a lo largo.
Me muero de dentro a fuera.
De ayer a hoy, de siempre a todo,
De día y de noche me muero,
sin despertar un interes sepulturero.

Me muero sin el beneficio de la duda.
Me muero sin que sirva de precedente,
de frente y de espalda me muero,
me muero de enfrente y de al lado,
de micras, de minucias, de centavos.

Me muero sin tenerte, sin saberte, sin salvarte.
Me muero para darte…. cero,
que es lo que me queda en los bolsillos…
cada vez que me miro en el espejo.

Esquivo, en un zaguán oscuro a la parca a punto de agarrarme.
Salgo a la luz y ahí estás, con tus ojos celestes como el cielo gris
y me veo en el reflejo pupilar de tu mirada.
Y pienso, amor, que la muerte es nada,
unos trapos negros, una pobre desgraciada,
que está ahí porque la pusieron. NADA, NADA!

Me muero hoy más que ayer, pero menos que mañana.
Me muero y me prometo en esta vida
morirme menos o mejor al menos
y es curioso, nada logro pero voy y creo
que puede ser distinto todavía,
porque el tiempo no se acaba aunque me muera.

Si pensando en la muerte me desvivo
pensar en ti mi amor, me alivia y da sentido.
Siempre supe que una locura compartida,
es menos necia si es a tu lado  repetida.

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