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Según datos publicados por el nº 74 de Infocop (revista del Consejo de
General de Psicología de España), la prevalencia de la depresión entre los 6 y los
18 años, ronda el 5%.
Qué se hace con estos niños y adolescentes, qué terapias se utilizan?
   Los tratamientos psicológicos son considerados por la comunidad
científica en general como los más apropiados.
En el año 2004 la FDA estadounidense (Food and Drugs Administration),
una agencia estatal conocida por no ir especialmente en contra de los intereses
de los grandes laboratorios, advertía del aumento del índice de suicidios entre
niños y adolescentes tratados con antidepresivos inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (ISRS). Dos años después de hacerse públicos estos
datos se produjo un descenso en las prescripciones de estos medicamentos. Pero
en un reciente estudio que dio a conocer el Instituto de Psiquiatría, Psicología y
Neurociencia del King`s College of London, las cifras vuelven a ser preocupantes,
nos hablan de un incremento del 26% en USA y aún peor en países de nuestro
entorno (54,4% en Reino Unido, 60,5% en Dinamarca o casi un 50% de aumento
en Alemania). Esta tendencia ascendente en el uso de antidepresivos sigue la misma
línea que otros medicamentos administrados a niños y adolescentes, como por
ejemplo los antipsicóticos o las anfetaminas utilizados para el tratamiento del
«supuesto» TDAH.
A pesar de lo expuesto hasta aquí, la receta de antidepresivos, sigue siendo
la opción preferida de la medicina. Por qué, a quién interesa y en nombre de qué
intereses se eligen los medicamentos por encima de la terapia psicológica?
Algunas posibles respuestas son:

a) Falta de prevención y atención primaria que incrementa recurrir a los servicios de
salud mental, más proclives a la administración de dichos fármacos.
b) Abuso de la administración de psicotrópicos en general y de antidepresivos en
particular para tratar otras patologías, como las migrañas, los trastornos de personalidad
o del sueño o el TGD
c) La falta de recursos en los servicios asistenciales de psicoterapia. Esto no debería
justificar la prescripción de psicofarmacos como única alternativa, ya que entre otras
razones no se ha demostrado que sean mejores que la ausencia de tratamiento.
d) El aumento de las estrategias de marketing y consecuentemente de la comerciali-
zación por parte de las compañías farmacológicas.
A tenor de lo expuesto (incluida la ecuación riesgos – beneficios aportados, la cual
demuestra que no compensa la administración de antidepresivos por su escasa eficacia y
sus importantes efectos secundarios), parece difícil de explicar, sin tomar en cuenta los
rendimientos económicos de los lobbies farmacéuticos involucrados, la insistencia en el
uso de antidepresivos.
Conclusión simple y llana
Los intereses económicos por encima de los intereses sanitarios.

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